Actualmente existen cerca de 300 mil operaciones retrasadas por la pandemia. Luis Castillo, a cargo de la coordinación de estos servicios, adelanta que con cerca de 3 mil camas críticas habilitadas, el país podría hacer frente al alza de atenciones postergadas y posibles rebrotes del virus.
Los más de dos meses de caída sostenida en los casos de covid-19 también se han visto reflejados en la demanda por camas críticas de pacientes contagiados. Hasta ayer eran 1.370 las personas que permanecían en unidades de cuidados intensivos (UCI) del país por coronavirus, la cifra más baja desde el 28 de enero, es decir, en más de seis meses.
El ministro de Salud, Enrique Paris, destaca que solo el 44% de la ocupación a nivel nacional es por covid-19, lo que ha permitido ir reduciendo la cantidad de camas habilitadas durante el peak, aunque agrega que “muchas clínicas y hospitales quieren mantener una cantidad alta de camas, porque solo en cirugías tenemos más de 200 mil en espera, una cantidad importante que estamos comenzando a atender”.
De hecho son casi 300 mil las operaciones que actualmente se encuentran en lista de espera, y con la disminución del covid y la reactivación de las cirugías electivas, el sistema de salud espera realizar entre 20 mil y 30 mil cirugías al mes para poder ir subsanando el retraso. Para lograrlo, los recintos tendrán que seguir trabajando a un alto ritmo, lo que ya se ha visto en el incremento de la demanda no covid por camas críticas.
La primera ola de infecciones obligó a habilitar la histórica cifra de más de 3 mil camas UCI en el país y parecía que el sistema ya había sido exigido a su máximo. Sin embargo, la llegada de la segunda, de la mano de una variante más contagiosa, elevó la exigencia a niveles que parecían imposibles de alcanzar.
Luis Castillo, jefe de pacientes críticos en el Hospital Barros Luco y coordinador de camas críticas del Ministerio de Salud (Minsal), señala que “en la primera ola llegamos a un peak de 3.216 habilitadas”, cuando antes de la pandemia había 1.200 en todo el país.
“En diciembre, cuando empezamos a analizar la nueva cepa brasileña, calculamos varios escenarios. Nosotros pusimos un escenario catastrófico, que era sobre los 7 mil contagios y número de camas cercano a 4.500. La verdad es que dudamos de que es escenario iba a suceder. Sin embargo, cuando esto empezó a circular en enero, febrero, marzo, entendimos que el número de camas que íbamos a necesitar se acercaba mucho al escenario catastrófico. Tuvimos que hacer una estrategia muy activa”, recuerda.
—¿Hubo que aplicar “medicina de guerra”?
“Exactamente. Pensábamos que estábamos frente a una guerra y que había que pensar de esa manera; salir del marco de pensamiento normal y que teníamos que pensar más allá, creando soluciones distintas a las habitualmente realizadas”.
Castillo agrega que “tuvimos que pedir complejizar áreas que normalmente no eran parte del análisis. Por ejemplo, la Clínica Dávila transformó 40 cubículos del servicio de urgencia en camas de cuidados intensivos. Hubo que pensar de una manera distinta a como ya veníamos trabajando el tema, salir de la clásica infraestructura UCI, los pabellones, urgencias, salas de recuperación, unidades pediátricas, unidades de observación prolongada, para poder llevar esto a mas de 4.500 camas”.
La descomplejización
Ahora que la segunda ola de contagios va quedando atrás y que gracias al gran avance que ha tenido el proceso de vacunación la situación epidemiológica se mantiene en mejoría, la red sanitaria ha podido comenzar a desconvertir una parte de los cupos UCI que se han abierto por la emergencia.
“Ya se han ido reduciendo todas las camas críticas que estaban en áreas no UCI pero gestionadas como tales, aun cuando queda un número de pacientes que todavía está siendo ventilado en pabellones y salas de recuperación. Son aproximadamente 480 camas que todavía siguen ocupadas y que van a tener que se cerradas como UCI y abiertas en sus funciones originales”.
—Entonces, ¿con cuántas camas UCI habilitadas debería quedar el sistema de salud?
“Actualmente tenemos 3.769 camas habilitadas, pero ocupadas 3.254. Debiéramos reducir hasta tener ambos sistemas aproximadamente entre 2.800 y 3.000 camas. El país debería quedarse con eso, porque bajar de eso es un riesgo. Antes de la pandemia teníamos 1.200 a nivel nacional. No sé cómo hacíamos maravillas con eso”.
Esta cantidad de camas, que si bien es inferior en 1.500 a las alcanzadas durante el peak de la pandemia, sigue siendo más de 2,5 veces la capacidad instalada basal de la red sanitaria. Según Castillo, debería alcanzar para hacer frente a “los requerimientos de cama que tiene la resolución de lista de espera y, segundo, para mantener un apoyo de seguridad frente a la emergencia de nuevas olas”.
TEC y politraumas, cada vez más frecuentes
Producto de la sostenida baja en el número de casos nuevos de covid-19, las unidades de cuidados intensivos están recibiendo una menor cantidad de contagios con el virus, y cada vez más personas con otras patologías.
Leonardo Soto, jefe de la UPC (Unidad de Pacientes Críticos) de la Clínica Las Condes, plantea que siguen expandidos en camas en 130%, y que actualmente entre el 45% y el 47% son pacientes con covid-19.
Las patologías más frecuentes en la UCI del recinto son descompensaciones de males crónicos, insuficiencia cardíaca o respiratoria, traumatismos encefalocraneales (TEC) y politraumatismos por accidentes de distinto tipo.
En la Clínica Alemana, en tanto, se ha observado “un incremento de intoxicaciones farmacológicas, especialmente en adolescentes, politraumatizados, afecciones cardíacas y cardiocirugías, shock sépticos, además de trasplantes y algunos tumores”, detalla Rodrigo Rosas, jefe del Servicio de Urgencia.
“Las camas críticas y los servicios de urgencia siguen con mucha presión asistencial, ya que, pese a la baja en el covid-19, tenemos una serie de pacientes con otras afecciones”, añade.
Algo similar ocurre en la Asistencia Pública, donde solo el mes pasado ingresaron más de 150 personas con algún tipo de trauma debido a accidentes de tránsito, incidentes casuales o agresiones. Con esto, las principales causas de ingreso son politraumas, TEC graves y fracturas de distintos huesos.
Osvaldo Carrasco, director del recinto, recuerda que antes de la pandemia contaban solo con 24 camas críticas y que la patología más común era la neumonía bacteriana. Hoy tienen 115 plazas en UCI.
Fuente: El Mercurio